Por Mauricio Vargas Herrera.
—Te
llegó tu hora. Te lo advertí cuando insististe enfrentarte conmigo.
—Deme
otra chance. Deje que le muestre mis habilidades. Una vez más. Por favor.
—Solo
era una oportunidad, lo sabías bien, y fallaste. No eres el oponente que busco.
—Entonces
perdóneme la vida, por esta vecesita.
—¡Estaría
traicionando mi condición!
—Solo
una excepción y ya. Se lo pido.
—Está
bien. —Lo meditó un momento. Luego dijo—: Organiza las fichas. Aquí no ha
pasado nada.
Las oportunidades perdidas pueden ser puertas a otras oportunidades?? Espero la respuesta en tus próximas letras. :)
ResponderEliminarmm... falló? fichas? cuánta intriga.. :)
ResponderEliminargood mauro!!
Espero que en su segunda oportunidad, tenga más éxito...
ResponderEliminarMuy bueno, Mauricio, me encantó.
ResponderEliminarIba para un lado, esperando sangre (y algo más...) y apareció ese gran final: ¿ajedrez, damas? Quién sabe...
Completamente sorprendido, y para bien.
¡Excelente!
El gran tablero de la vida... se viene la última oportunidad???
ResponderEliminarMuy bueno!!!!