miércoles, 1 de octubre de 2014

Repartida




Por Claudia Medina Castro.


El cielo está morado.
Morado claro.

Como el día en que me repartí
en no sé cuántos estratos.

Quisiera que me cuentes
lo que te dicen tus tripas ardientes.

Y lo que tu voz muda suelta en una sola nota
que estalla en la razón.

Tengo pensado acribillarte en un espejo blanco
del que no podrás volver.

Tengo mil voces ocultas, esperándote,
cuyo designio ya no puedo acallar.

Tengo también una piel,
que suena como creamfields.

Derrite hasta los espacios ciegos.
Aunque siga sin entender.

¿Cómo es que seguís latiendo
en venas que ni recuerdo?

Estoy lejos, tan lejos,
que me siento avergonzada.

No puedo dejarte ir
porque no podré volver.

Creo, seguiré así, repartida,
sin la conciencia de estar.

Y aunque tus tripas se hielen,
y tu voz muda se calle,
yo voy a seguir latiendo.

Desde el aire.
.
.

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