Por José Luis
Bethancourt.
Encuentra La Silenciosa Azotea Nunca
Terminada Observa Obedientemente Cuando Haya Oscuridad
El mensaje fue deslizado por
debajo de la puerta del hangar a las 8 de la mañana del 8 de agosto. El día y
la hora no resultaron desconocidos a todos los que se hallaban presentes
aquella mañana. Años atrás, ocho para ser exactos, Bibi recibió una nota para asistir
a ese lugar. Al llegar bien vestida la invitaron a pasar a un cuarto aislado y
sin advertencia dos enfermeros la sujetaron mientras era inyectada en el brazo
izquierdo. Nunca recibió respuesta a su pregunta “¿por qué?” ni ese año ni los
siguientes siete años. Pero tomó muy en serio la advertencia de mantener
estricto secreto sobre lo ocurrido y volver a ese lugar cada año. Nunca más fue
inoculada pero cada vez un nuevo compañero era introducido en ese cuarto para
recibir el mismo tratamiento y partir con una gran duda.
Esta mañana luego de que me
inyectaran a la fuerza pude saber por el relato de todos ellos que era la
primera vez en ocho años que recibían un indicio, una pista, algo que les daba
razón para creer que tendrían una respuesta. Además de la particular misiva en
formato circular dejada bajo la puerta había sobre la mesa ocho sobres
identificados cada uno con nuestros nombres. Nunca me pareció tenebroso ver
“José Luis” escrito hasta que vi el sobre dirigido a mí. Esas letras negras,
grandes y de apariencia gótica parecían destilar un mal presagio. Dentro había
solamente una llave numerada, al igual que en los sobres de mis compañeros de
fortuna.
Tendríamos que salir de ese cuarto
para tratar de descubrir qué ocurría... Apoyé mi oído en la puerta y no percibí
actividad del otro lado. Sin dudar moví el picaporte y la puerta se abrió sin
resistencia. Cautelosamente fuimos saliendo. Decidimos permanecer todos juntos.
Nos unía un destino común y sin tener que mencionarlo sabíamos que solo
sobreviviríamos a lo que viniera si permanecíamos unidos.
El silencio envolvía todo el
recinto. No se veía a nadie del personal ni a nuestros captores. Claudia señaló
hacia el extremo norte: había un helipuerto. “Es un AS 543 Cougar, vamos a usarlo para salir de aquí”, dijo. A
Bibi, Mauricio y William no les pareció sorprender tanto como al resto de
nosotros y emprendieron la marcha, el resto los seguimos ya que no teníamos
otra opción a la vista. Una
vez a bordo Claudia nos indicó con mucha satisfacción que el helicóptero estaba
armado y equipado para combate. Aunque hacía algunos años que no piloteaba se
sentía segura de poder hacerlo gracias al casco con sistema de visualización de pantalla integrado IHADSS Honeywell.
Laura y Sebastián se pusieron a
revisar el contenido de las cajas metálicas que estaban apiladas atrás: trajes
NBQ confeccionados en polímero plástico impermeable con una capa interna de
carbón activado, pistolas automáticas Glock de 9mm, cargadores, brújulas, radios y baterías. Herramientas de corte, soldadura, y multifuncionales. Equipo médico de resucitación prtátil, descartables, solución salina y antídotos de todo tipo. Baterías solares, equipos portátiles de informática, proyectores y memorias. Manuales de agricultura intensiva para zonas desérticas y semillas de plantas modificadas genéticamente para alimentos. Todo etiquetado y preparado para ser usado por ocho pasajeros.
Mientras la aeronave se elevaba en medio de un remolino de polvo Juan trataba de hacerse oír por encima del ruido ronco del motor. "¡José Luis, ya lo descifré!", me gritaba mientras subrayaba la primera letra de cada palabra del mensaje: Encuentra La Silenciosa Azotea
Nunca Terminada Observa Obedientemente
Cuando Haya Oscuridad. “Es un acróstico, usando estas letras se lee ´El santo ocho´”.
Esta revelación daba sentido a
todo. Durante décadas la logia masónica del Santo Ocho estuvo preparando en secreto
aquello que traería un renacimiento del mundo. Nadie sabía qué era y dónde se
iniciaría este renacimiento, pero los antiguos escritos decían que se revelaría
en el último día a ocho personas elegidas que habían sido marcadas desde su
nacimiento con un tatuaje. Juan desprendió su camisa y puso al descubierto su
hombro izquierdo donde se veía nítidamente tatuado el número 8 acostado, o lo
que para muchos era el símbolo de “infinito”. Pero los masones pensaban en la
banda de Moebius y su uso como símbolo universal del reciclaje o de la
necesidad de derribar el viejo orden establecido y dar lugar al nacimiento de
una nueva sociedad.
Mientras pensaba en todo llamé la
atención a cada uno de mis compañeros sobre el tatuaje que Juan y yo
llevábamos. La confirmación de que éramos los elegidos mencionados en la
profecía se reveló con los ocho tatuajes idénticos. Ahora no había dudas sobre
adonde nos dirigíamos. Claudia fijó el rumbo hacia la Zona Cero en Manhattan
donde después de décadas aún estaba sin terminar el nuevo World Trade Center.
Aunque para el mundo Al Qaeda fue quien destruyó el anterior WTC, los masones
sabían que ese atentado y el ocurrido en 1993 habían sido obra de algunos
fanáticos que querían forzar los acontecimientos para adecuarlo a lo escrito.
Pero el cumplimiento de los
propósitos del Santo Ocho tenían una sola fecha cierta y una sola forma de
realizarse. Ya se había puesto en marcha doce horas antes la maquinaria de
terror y muerte que llevaría al cambio predicho. Desde el aire podíamos ver
cadáveres regados en calles, veredas y jardines. Hombres, mujeres y niños.
Cuerpos de perros y gatos junto a sus dueños ya muertos. Al sobrevolar el Bronx
Zoo vimos que la muerte habitaba dentro de sus jaulas.
Claudia puso en altavoz la
transmisión de la CBS radio y se nos erizó la piel al escuchar los informes
sobre la gran peste desconocida que estaba diezmando a la población sin que
hubiera suficiente ayuda médica para salvar sus vidas. Teorizaban sobre un acto
terrorista pero ningún grupo radical se adjudicaba un atentado de esta
magnitud.
El cuerpo de marines y la Guardia Nacional
estaban igualmente afectados por lo que nada podían hacer por la población
civil. Noticias procedentes de las capitales de otros estados y de las naciones
europeas daban cuenta del cataclismo a nivel mundial.
Poco antes de que el helicóptero
aterrizara en la azotea silenciosa todos nos pusimos los trajes NQB y revisamos
nuestras armas. No sabíamos con qué nos íbamos a encontrar pero debíamos actuar
rápido si no queríamos deshidratarnos dentro de los trajes. Nos dirigimos a una
estructura rectangular que sobresalía en la azotea. Sobre su
frente había ocho cerraduras que accionamos con nuestras llaves. Se abrió una
pesada puerta de acero que daba paso a una bóveda. Trasladamos todo el
equipamiento del helicóptero y cerramos la puerta por dentro.
Con el último cerrojo colocado
sentimos un zumbido, una vibración y una fuerte sensación de vértigo al
deslizarse la bóveda hacia abajo a gran velocidad. El ascensor nos llevó a un bunker
trece niveles bajo la planta baja.
Ha pasado una semana desde que
dejamos de oír las cada vez más mermadas transmisiones radiales. Estamos
seguros de que somos los únicos sobrevivientes en la ciudad. Lo que nos trae
el futuro es incierto, y del pasado nos queda el recuerdo…
"La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla" (Gabriel García Márquez).
Una historia llena de episodios repletos de acción, que se mueven por sí solos a medida que el texto avanza. Tienen vida propia, y es posible "sentir" cómo escapan del lugar, cómo sobrevuelan la catástrofe, cómo interpretan lo que está sucediendo y cómo se sumergen en el bunker.
ResponderEliminarY con un final abierto repleto de interrogantes (como debe ser...)
Excelente, José. Me gustó mucho.
¡Saludos!
Gracias Juanito! Mi intención era mostrar acción y dejar intriga.
ResponderEliminarSe nota un trabajo cuidado y de investigación en este relato donde la realidad más profunda se ve atravesada por la ciencia ficción.Sin duda estos protagonistas están viviendo hechos impensados y eso me gusta!!!
ResponderEliminarMuy bien Pepe!!!! y esa frase final, tan cierta es una de mis favoritas!!!
besossssssss
Como dijiste Bibi me gustó investigar y agregar detalles que le dieran un toque verosímil y acercarme así al género de ciencia ficción, que es uno de mis preferidos. Me alegra que te haya gustado!!
Eliminar¡Wow! Muy interesante tu relato José. Me gusta ese grupo, una especie de elite en lo que ha combate y supervivencia se refiere. Espero que en algún momento continúes el relato y sepamos que pasa con ellos en ese búnker.
ResponderEliminar¡Saludos!
Lo de hacer relatos inconclusos es lo mio!. Pero en esta especie de precuela dejo las bases de muchas historias por contar :)
Eliminarguaau!!!! cuánta intriga JLB!!! (me encantó todo ese equipamiento...) y adoro los helicópteros!!! ;).
ResponderEliminarbuena historia. te deja con muchas ganas de que siga...
salutes!!!!
Gracias Clau! Me sorprende saber de tu gusto por los helicópteros y mi acierto. Creo que la situación planteada en en este juego da lugar para historias que continúen.
EliminarSaludos!
Ya sabes lo que pienso de tu relato porque ya te lo dije por privado.
ResponderEliminarSi tuviera que entregarte el boletín diría: Sigue así! Continúa esforzándote, espero más de ti!
Jajja
Muy bueno Pepito.
Saltó la maestra!! jajaja.
EliminarSi Laura, tiene ese "sabor a poco" o muchas ideas sin cerrar. Pero así soy yo: un misterio fascinante jajaja
Besos amiga!
Hola, bonito blog!
ResponderEliminargracias por tu visita.
nos gusto mucho el tema... seguiremos pasando por aquí,
ya somos tus seguidores también, saludos.
Gracias Toshiro! Un placer tener nuevos lectores para nuestras ideas!
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