Por William E. Fleming.
Una noche sin poder
dormir hizo que todo ocurriera de forma imprevista. Los ataques de insomnio,
cada vez eran más frecuentes y casi nunca funcionaba el dar un paseo nocturno,
y tomar algún café a la salida del sol en un «drive in», con su pijama de
franela de colores chillones.
Pero en su ebriedad
sin sueño, aquella noche cambió su vida. Un atracador nocturno, un drogata en
busca de dinero fácil, entró en la soledad del restaurante y disparó ante la
locura de la joven chica, que se encargaba de las noches.
Cuando las balas cayeron
de su pecho arrugadas, sintió que ya no era humano. Ahora comprendía la carta que
ocultaba su padre tras un cuadro donde ponía su adopción y aquella extraña
piedra verde enterrada en el granero.
Genial la manera como el maestro Fleming desgaja el iceberg para mostrarnos que tiene contenido para rato. Un estilazo.
ResponderEliminar¡¡Buenaaaa!! Me gusto el micro William. No me imagino lo que le habrá pasado al malhechor :D.
ResponderEliminarUn abrazo
Genial, William.
ResponderEliminarQué bueno conocer más de Clark a través de tus letras, aquellas historias que ni los comics ni las películas nos mostraron. Me gustó esa faceta humana de insomne y medio "borrachín".
¡Saludos!