Por
Sebastián Elesgaray.
Viaje largo. Muy largo. Cómo los detestaba.
Dormir incómoda (si llegaba a dormir algo), las
infinitas posibilidades de un compañero de asiento indeseable (en este caso un
gordo que ocupaba más de lo normal y roncaba como un motor a punto de
reventar), el paisaje austero y casi interminable de ciudades iguales, tan solo
reemplazado por las llanuras insulsas a medida que el colectivo se acercaba a
la provincia de Buenos Aires.
Pero había una buena razón. La mejor y más intensa de
todas las razones. Suficiente para dejar a su hijo con su abuela durante una
buena cantidad de días. Suficiente como para pedir licencia en la escuela.
Suficiente porque la llenaba.
Literalmente.
Diario
“El Día”, 27 de Mayo de 2012
Hoy sale en libertad José Luis
Bethancourt, alias “El Gourmet”
Han
pasado dos años de los atroces crímenes perpetrados por quienes se han dado en
llamar “Los Cocineros”. Pero quien más polémica ha suscitado es José Luis (43),
mejor conocido como “El Gourmet”. El apodo le fue dado en innumerables talleres
literarios por los que ha pasado, y en los cuales dejaba su huella como un
“excelente gastrónomo de historias”.
Y la
polémica no es pequeña, ya que en el día de la fecha saldrá en libertad
condicional. Será presentado esta mañana en una audiencia de legalización de
captura, ante el juez de control de garantías Dr. Mauro Bidondo en el Cámara de
Apelación y Garantías en lo Penal. Sin embargo, se conoció que la fiscalía no
va a pedir una medida de aseguramiento ni le va a imputar ningún cargo. Al
parecer, las pruebas en su contra no tienen la suficiente contundencia.
El
detective que lleva el caso, Sebastián Elesgaray, no hizo ningún comentario al
respecto con este diario, pero es harto conocido por todo su círculo que no
está para nada de acuerdo con el fallo de la fiscalía. El abogado de José Luis
Bethancourt manifestó su satisfacción y comentó que su cliente “solo quiere
reincorporarse a la sociedad como un ciudadano más”.
Por
otra parte, Claudio Medina Castro, su aparente compañero, será imputado por los
asesinatos de Esther Martínez, Irene Welter y Margarita Atkinson…
Libertad. Era linda cuando se la tenía. Y hacía falta
tan poco.
El amanecer se mostraba imponente. El semicírculo
naranja asomaba por el horizonte y bañaba la piel de Laura resaltando sus rasgos
finos. El pelo suelto, esparcido en el respaldo como un pequeño manto oscuro.
Bostezó. Se desperezó, hizo sonar las vértebras del
cuello y aflojó la espalda. Miró a su acompañante, que seguía roncando como la
más grande de las morsas. Le dio un poco de envidia pero no la manifestó.
La ciudad de La Plata siempre le había parecido un “pueblo grande”.
No le desagradaba, pero tampoco la entusiasmaba. Laura había estudiado en
Buenos Aires y sus visitas allí habían sido frecuentes en algún momento de su
vida. Sin embargo, ahora no reconocía nada entre la vorágine de gente en la
terminal de ómnibus.
Bueno,
tampoco vengo de paseo, pensó.
Caminó con paso rápido hacia la salida, cargando un
bolso mediano que había llevado con ella todo el viaje. El día estaría hermoso,
radiante. Se notaba en el aire.
Se paró última en la fila de la parada de taxis y
esperó. Para matar los minutos, paseó la mirada por las personas que iban de un
lado a otro. El morocho de turno vendiendo joyas y relojes. El vendedor de
diarios en el puesto, abrigado con una enorme campera y sosteniendo el
gigantesco matutino con destreza. La señora, despeinada y somnolienta por un
largo viaje.
Y, entre todos, ella.
Le llegó su turno. Dio unas monedas al chico que le
abrió la puerta y a pesar del bolso que cargaba, entró en el taxi con
facilidad. Con una gracia felina que atrajo la mirada de algunos hombres que
aguardaban su taxi.
—Buen
día —saludó el
conductor.
—Buenos
días —correspondió
Laura. Le gustaba el plural, para extender su saludo por más tiempo—. A 64 y 117.
—Muy
bien.
Laura se reclinó en el asiento. Esperaba llegar para
descansar un par de horas.
—Dicen
que hoy va a llover —comentó
el taxista.
—Ah… No
parece.
Lo que me faltaba.
—Sí, nena, lo dijeron en
la radio hace un ratito.
—Está bien —contestó
Laura con la esperanza de que eso fuera todo.
—Y después comentaron lo
del tipo este, ¿te enteraste, nena?
Laura se tomó unos
momentos para observar al taxista. No era un tipo gordo, pero sus innumerables
horas sentado y sin hacer otra cosa que apretar los pedales del auto le habían
engrosado la cintura. Tan solo conservaba una mata de pelo grasoso en la
coronilla y los costados sobre las orejas, mientras que la frente aparecía
despejada y lisa.
—No —pinchó Laura—. ¿Qué
tipo?
El taxista sonrió con
soltura, satisfecho porque tenía pie para explayarse. Se pasó la lengua por el
labio superior y soltó:
—A ese que le dicen “El
Gourmet”, el que mató a las tres tipas. ¿De en serio no escuchaste, nena?
Si me vuelve a decir nena voy a gritar.
—No, la verdad que no —comentó
Laura desentendida.
—Bueno, es un loco que
mató a tres mujeres. Las cocinó y se las morfó. —El conductor soltó una
carcajada cascada y ronca de tabaco—. Hoy lo largan por falta de pruebas.
—¿De verdad? Es terrible
—agregó Laura con su mejor tono de inquietud.
—Sí. Y lo peor de todo
es que tenía un compañero. Ese se va a morir en la cárcel.
Laura no agregó nada
más. Le daba igual lo que hicieran con el imbécil de Claudio, ni siquiera lo
conocía.
—Bueno, acá estamos.
¿Dónde te dejo?
Laura se irguió en el
asiento. Se había quedado pensando y el viaje había transcurrido fugaz.
—Es ahí —señaló—. En
aquel portón negro.
El auto frenó despacio
al borde del cordón. El taxista, que se llamaba Jorge, tenía cincuenta y cuatro
años y estaba divorciado, giró medio cuerpo y puso en su cara la sonrisa más
seductora que podía generar.
—Bueno nena, son
dieciocho con veinte.
Nena.
Laura gritó.
Las sombras largas del
atardecer marcaban cada figura, cada contorno, cada movimiento.
Un par de botas negras
se acercaban donde momentos antes el taxi número 289 había estacionado. Se
frenaron sobre tres gotas de aceite que formaban un pequeño e insignificante
charco. El ocupante del calzado aguardó frente a la fachada de la casa a que se
abriera la puerta. De su hombro colgaba una mochila y de la comisura de sus
labios un cigarrillo apagado.
Sus fosas nasales se
contrajeron.
Olió.
Le estaban preparando la
cena.
Y entonces la puerta se
abrió. Laura se apoyó en el marco cruzándose de brazos, mirando al hombre de
botas negras como se mira la vieja foto de un hermano, de un padre. Regalándole
una mirada hermosa de puro cariño.
—José —dijo Laura con
tono suave y divertido.
—Lala.
Cuando se abrazaron, la
luz de ese día había dejado de existir.
Diario “El Día”, 10 de Junio de 2012
A dos
semanas de su desaparición, no hay pistas de Jorge Corazza
De 54 años, trabaja
como taxista y tiene esposa y dos hijos. Sigue sin haber pruebas sobre su
paradero. La policía investiga a su círculo de colegas.
La última vez que lo vieron fue trabajando en la
terminal de ómnibus como era su costumbre. Jorge Corazza, de 54 años, lleva dos
semanas desaparecido.
El pasado 7 de junio, por orden de la jueza
Patricia Díaz, hubo una inspección en su casa de Melchor Romero. “El resultado
fue negativo”, informó el comisario Carlos Peralta. La policía no descarta
ninguna posibilidad, pero se baraja la idea de que Corazza estuviera implicado
en alguna actividad con los “piratas del asfalto”.
“Tengo mucho miedo de lo que pueda haberle pasado
a mi marido”, declaró su esposa, Nilda Barreiro. “Espero que esté bien y rezo a
Dios para que vuelva pronto”.
En diálogo con este diario, algunos colegas del
taxista…
Estofado. Con papas y
todo.
Lo mejor de Laura.
Eso y el postre, obvio.
Sebastían, siempre he pensado en que Laura es una compañéra ideal para cualquier empresa que uno se proponga. Me encantó que hayas retomado la historia de "Los Cocineros" unos años después y que imaginaras a una Laura tan cercana a la real, a esa que es mi mejor amiga. ¡Excelente!
ResponderEliminarJusti, retomar la historia de "Los Cocineros" fue genial. Claudia generó unos personajes geniales y vos me diste el pie exacto para introducir a Laura. A pesar del poco tiempo con el que conté (tenía en mi cabeza una historia más larga y me hubiera gustado delinear algunos puntos más en profundidad), como siempre, disfruté escribir y esta historia que quedó me encantó.
Eliminar¡Un abrazo!
Que buena continuación, y como dice Pepe realmente esta Laura se parece a mi, en muchas cosas...
ResponderEliminarExcelente.
Gracias
¡Qué bueno que te sientas identificada! Mi idea era plantearte como te veo en una foto que tenés por ahí en Face: Dura, atractiva, una "femme fatale" que hace lo que quiere y como quiere. Formada por modos muy particulares sobre como actuar frente a las cosas. En mi cabeza, se formó un personaje extravagante pero sencillo al mismo tiempo.
EliminarMe alegro que te haya gustado.
Saludos!
UYYYYY es muy fuerte esto, no solo porque retomaste de una manera genial la historia de los cocineros o mejor dicho ( escrito) un enlace a esa otra historia, que se las trajo, sino porque conociendo a Laura lograste un personaje especial, misterioso y transparente al mismo tiempo, como debe ser !!!!! Bien Sebas, por delinear y dar forma a una buena cocinera!!! jaja
ResponderEliminarMe encantaron los diálogos y esos narradores capaces de lograr la mejor historia!! Besosssssssssssss
¡¡Muchas gracias Bibi!!
EliminarMe he divertido como pocas veces delineando a "Lala". Creo que queda una marca en el texto que es solo suya.
¡Un beso grande!
ahhhh!!!! espectacular. me encantó. impecable (para mi) desde todo punto de vista, y en todos sus detalles. lo mejor de laura dió en el clavo, continuando una historia que parece dar para mucho... :). me pone muy contenta!
ResponderEliminarchapeau!!!
¡Gracias Claudia! Vos sos la mentora de toda esta historia, que va quedando muy bien a cada paso que da.
EliminarMe pone contento que te haya gustado y espero con ansias el siguiente relato :D
¡Adieu!
¡Fantástico!
ResponderEliminarCon una prosa clara, sencilla, nos llevás de la mano por todo el cuento, y nos hacés vivir cada momento de la trama como si estuviéramos ahí, observando todo lo que pasa junto a los protagonistas, y llegando a ese final aplastante de tres párrafos y catorce palabras, que son como puñaladas.
Decís mucho, justamente, en lo que no está redactado, en esos espacios que nos dejás para que nosotros, tus lectores, imaginemos los sucesos no escritos de la historia.
Me encantó.
¡Felicitaciones!
¡Gracias Juan! Es lo que más me gusta siempre: lo que no se dice, lo que queda ahí para que el lector lo complete. Eso ayuda a introducirlo mucho más en la historia y si está bien hecho, nunca falla.
EliminarTe mando un fuerte abrazo.
Aquí siempre encontramos calidad, qué gozada!!
ResponderEliminarLaura no tuvo más remedio; trató de controlar su temperamento un tanto violento, estaba cansada y todo del largo viaje, de sus duras circunstancias, jaja, pero el taxista ese era realmente insufrible, fue la gota que le faltaba para colmar.
Felicidades!!
¡Gracias Zavala! Es cierto, siempre vas a encontrar de la mano de mi compañeros y mía (en la medida de lo posible), un montón de historias para disfrutar.
EliminarLaura es así... No te metas con Laura... :D
¡Saludos!
Muy buena continuación. Corta y contundente.
ResponderEliminarAl concluir el relato, me hice una idea de lo que pensó Laura al notar el grosor de la cintura del taxista; «jum, jum»
Te felicito.
Saludos.
¡Gracias Raúl!
EliminarJejeje. Laura sabía bien lo que quería ;)
Saludos!