Por Bibi Pacilio.
El encargado de la mudanza se lo dijo muy claro, tal vez porque las
gotas de sudor habían enrarecido la habitación o porque había llegado el
momento de enfrentar la
realidad. Lo cierto es que el ropero de roble, había
desaparecido de su vida.
Cornelia no se conformó, tampoco derramó ninguna
lágrima ni se humilló. Solo le pidió cortésmente a aquel hombre incierto, que
al desarmar aquella parte de su vida tuviera sumo cuidado de no romper los
cristales. Se llevaría la puerta labrada para que alguna pared de su nueva casa
tuviera algún indicio sobre el pasado de su dueña.
Eligió el dormitorio, muy a pesar de que el sueño nunca fue aliado de
los espejos. Lo apoyó con cuidado sobre el piso de madera clara que contrastaba
con la oscuridad de su marco y cuando estuvo segura que ningún peligro los
acechaba, se conformó a pesar de las manchas amarillas que contaminaban la piel
de su posesión. Amelia le había recomendado cambiar los cristales. Ilusa ella
si pensaba que cometería semejante asesinato.
Aquella noche se sumió en un largo ensueño, sabía
que la claridad a veces llega de improviso pero ahora no necesitaba cruzar el
horizonte para volver a verse con el cabello desordenado por el viento,
imaginando que aquel campito era la ruta perfecta para su bicicleta roja.
Estuvo a punto de cortar algunas flores amarillas pero no hubo tiempo porque
una voz desconocida interrumpió su letargo. Fue una extraña mañana, una mañana
luminosa que de a ratos le parecía interminable. Cornelia sintió ganas de viajar.
Cuando apoyó la cabeza en la almohada se sintió
caer, la habitación se pobló de estrellas y su cuerpo se apropió del ave Fénix
que había llegado desde muy lejos para revelarle el secreto rojo de sus alas,
tan enteras, tan fuertes como su deseo. Fue un largo vuelo.
Noche tras noche Cornelia crecía para volver a
sumergirse en esos otros lugares, donde el reflejo de la noche se convertía en
el secreto de su nueva vida. Ya no extrañaba la sonrisa ancha que su boca
dibujaba ante la sorprendida mirada de sus pares. Hasta las lágrimas parecían
haber sucumbido a la alquimia de los colores y se dejaban ver sin transgredir
la tristeza ni la risa.
—Nunca te lo dije pero cuando te vi con ese pelo
rubio y los labios pintados de rojo me hiciste acordar a la mujer de mi padre —le
dijo una vez a Amelia mientras desayunaban—. Ese día te odié.
—Debe ser por eso que nos hicimos amigas —le contestó
la rubia con cara de preocupación.
No valía la pena contarle que ya no importaba, que
hasta le gustaba el helado de chocolate, que tenía ganas de aprender a bailar.
Cuando le tocó el turno al amor, la habitación se
volvió roja como el planeta desconocido. Sus pechos crecieron y sus caderas se
bambolearon en la cama como si lo estuviera esperando desde siempre. Por
primera vez después de tantas noches el olfato cobró vida y el aroma de una
piel conocida se adhirió a su piel. El río sucumbió al mar en aquellos otros
ojos que adentro de los suyos estallaron en una melodía infinita. Los labios
apretados, que en vano intentaron atrapar la noche para que dure solo un poco
mas. Las sábanas revueltas y ella, vulnerable por primera vez.
El café le trajo el sabor de los infieles y por
primera vez después de tantas noches, tuvo miedo. Miedo de que los ángeles
vuelen hacia atrás, de que todo sea como real. Miedo a que el destiempo ganara
la batalla.
Cornelia avanzó sigilosamente hacia su habitación,
respiró hondo con la vista fija en el atrapasueños que ondulante parecía
conocer a la perfección su travesía, se acostó sobre la cama como si sus
músculos antes tan volátiles, se hubieran entumecido de repente y esperó.
Cuando la mujer de cabellos blancos le tendió su
mano, no rehusó. Escuchó el viento que soplaba desde la ventana, cerró los ojos
y se entregó.
El espejo apoyado sobre el piso de madera clara la
devolvió a la vida.
Curioso relato... Lo leí onírico, repleto de sensaciones y emociones, con protagonistas de carne y hueso, y también etéreos. Un acierto lo de la mujer de cabellos blancos sobre el final.
ResponderEliminarMuy bueno, Bibi.
¡Saludos!
Relato fantasmal y con un clima bien tenso, como nos tenés acostumbrados Bibi. Aplaudo el tono que lográs al contarnos esto.
ResponderEliminar¡Muy bueno!
¡Saludos!
Sublime...
ResponderEliminarPrecioso me encanto también como lo pincelas con notas de color y fantasía, fue un enorme placer leerte.
ResponderEliminarGracias a todos!!!
EliminarBibi