Por Claudia Medina Castro.
Subía lento.
Sabía que estaban ahí.
Lento y suave. Para que no la noten.
Atravesada por la daga del error, sufría las consecuencias.
-¿Cuántas veces le dijimos que TODO no se puede entender?
Pocas veces pudo dejar de analizar; menos, de no escuchar palabras necias.
-Humanos vulnerables…. Nunca A APRENDER van…
Uno tras otro los escalones la alejaban de su dolor.
Con decisión intermedia, su cuerpo accionaba. Aunque en un rincón de su corazón esperaba el abrazo rescatador. La mirada amigable. La verdadera compañía para su alma esforzada.
-No hay caso. Prefiere autoflagelarse antes de A LOS CUATRO VIENTOS gritar…
-Autodestruirse antes de desviarse del ELEGIDO camino…
Subía lento, pero con ganas de que la sigan. Que la paren. Que la quieran.
Que la acepten tal cual es, sin tanta crítica feroz.
-Capaz la fiesta del octavo LA DISTRAE... y se deja ATURDIR con sus burbujeantes y aliviadores sones…
No daba más.
No llegaba más.
-Capaz que se queda en el noveno DESMAYADA… y un sueño incómodo EL SENTIDO DE LA VIDA le mueve…
Convencida que desde lo alto es más fácil tomar vuelo, un nuevo impulso la animó a seguir trepando menos lento. Más audaz.
-Capaz que HASTA EL SUBSUELO se desvía, tapando sus siglos TODOS de agonía…
Algo nublado le vino desde sus pantorrillas y la hizo trastabillar en el ascenso a la azotea. Fue casi un recuerdo de cuando fue halcón, hace varias existencias. Ahí, depredar era vivir. Y vivir justificaba todo. Pero ya no creía en eso ni en nada. La pulsión destructiva era más fuerte que todo resabio de cordura.
-Y acá está, uf, otra vez. Una vez más SU DESCONCIERTO tendremos que presenciar.
Al llegar a la azotea fue directo al borde más cercano. Y viendo el cielo violáceo se lanzó a volar, en caída libre y grosera.
-Y nosotras, como QUE SOMOS gárgolas de piedra, HACER nada podemos… solo ETERNAMENTE atestiguar las INCONSCIENTES ganas de LOS SERES estos de volver una y otra vez a POR LO MISMO pasar…
Llegó, al fin. Llegó para volver muy lento, lento y áspero. Incómodo y fiero. Entregada a repetir los errores de siempre. Cada vez más agudos.
-Aunque tal vez, POR ESTA VEZ solo, le demos EN SU VIAJE NUEVO una mano.
…
ufff Qué manera de trasmitirme las palabras amiga.. Me llegó a lo más profundo de mi existencia te cuento.
ResponderEliminarBesos y felicitudes!!
gracias bibi, me alegro que te haya "tocado".
ResponderEliminarviste que raro que hablan las gárgolas?? tienen como su propio dialecto...:-D
besos
Sorprendente encadenamiento de hipérbaton.
ResponderEliminar¡Uhmmmm, las gárgolas!
Trémulas suenan.
Pláceme
guau piliM.... por tus palabras, gracias! :-)
EliminarUna narrativa distinta de las que suelo leer. Tenía mis dudas de cuán adrede era la forma de escribir hasta que leí tu comentario, Claudia. La verdad es que me gustó. Te felicito.
ResponderEliminarEn la azotea habían más cosas de las que pude imaginar.
me alegro mucho, raúl o.
Eliminarseguramente seguirán las sorpresas en la azotea....
gracias mil.
Fantástica descripciones de los sentimientos más intrínsecos de los protagonistas, ya sean estos quien sube a la azotea, o las gárgolas que esperan su llegada.
ResponderEliminarY un gran final.
¡Felicitaciones!
te gustó el final?? qué buenoo.
Eliminargracias juan!!!
quienes suben* por quien sube*...
EliminarClaudia, siempre disfruto de tu estilo críptico y metafórico. LLegar al pozo insondable de un alma atormentada no es fácil, ponerlo en palabras los sentimientos tampoco. Pero la lectura me dejó una sombra de esa vida que termina en caída libre frente a unas no tan mudas testigos de piedra.
ResponderEliminarMuy bueno!
gracias jlb, un placer tu comentario.
Eliminarsalud y sonrisas!!!
Una muy interesante forma de relatar una historia. Como dice Raúl, si no estás acostumbrado es difícil, en un principio, todo. Pero al final como el sabor del buen vino. Dejándolo reposar. Te reverbera las ideas, formas y palabras en la cabeza.
ResponderEliminarDas voz a la piedra, de una forma pasiva, a la espera, diferente, no como siempre hemos creído cruel y monstruosa...